
Después de casi 6 mil años unos cinco mil kilómetros de distancia seguimos rindiendo culto al sol durante su solsticio. Y el mejor mirador no podría ser otro que el mirador de las Naciones Unidas en la 42. Gracias a la cuadricula perfecta de Manhattan, el sol se cuela entre los grandes rascacielos coloreándolos con un a misteriosa luz anaranjada.
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